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La solitaria búsqueda de los migrantes desaparecidos. Segunda parte

En esta segunda entrega, nos adentramos en la historia de Marilyn Alvarez analizando el contexto y sus motivos de migración a Colombia. También ampliamos la mirada en los grupos de búsqueda y contamos historias positivas de reencuentros

Por: Rafael Sulbarán Castillo

@RafaelDSulbaran

Antes de desaparecer, Marilyn Alvarez le envió un mensaje de voz a su mamá: “Hola mami, bendición. Quiero que sepas que estoy bien, espero que te cuides mucho y me perdones, perdóname. Cuida de mis hermanos, a papi. Te quiero mucho”. Marisela González, su madre de 40 años de edad, quedó angustiada y un poco confundida. “¿Por qué me dice esto?” “¿Qué le pasó?”, se pregunta.

Enseguida llamó a ese número desconocido con el código +57 distintivo de la telefonía en Colombia. Una, dos, tres veces pero nadie contesta. Deja un mensaje de voz al mismo tiempo que toma su cartera para salir a buscarla a Puerto Santander en el departamento colombiano de Norte de Santander, lugar donde supone que la joven de 18 años se encontraba.

El camino desde su casa a las afueras de La Fría, en el estado Táchira, Venezuela, es corto, solo 31 kilómetros, por eso no duda en salir corriendo por ella.

“Hija, ¿dónde estás, en el puerto? Quédate allí, no te muevas que voy por ti con tu tía”, le dice por Whatsapp. Chulito de verificación: mensaje enviado. Doble chulito: le llega. Chulitos en azul: lo leen. Nadie responde. 

Espera unos minutos. Vuelve a llamar. Nada. Repite la acción y ahora el número sale desconectado. “El número que usted marcó no se encuentra disponible”. Teléfono apagado.

Desde ese día, el 06 de junio de 2018, no se supo más de Marilyn. Han pasado más de cuatro años desde su desaparición y a pesar de las denuncias, no conocen ni una pizca de su paradero. Por eso están en la búsqueda solitaria, sin el acompañamiento de las autoridades de Colombia o Venezuela. 

Esto ha obligado a la familia a usar las redes sociales como única herramienta, tal vez como última esperanza de saber algo de la joven. Allí revisan cualquier dato que los pueda llevar hasta Marilyn.

En noviembre del año 2018 la familia hizo la primera denuncia allí en Puerto Santander. En Venezuela también dejaron constancia, en la seccional del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc) en La Fría.

“Allí solo nos tomaron los datos pero no ha pasado nada, ni una pista han asomado de mi sobrina”, expresa Marinela González, tía de Marilyn. 

Pero desde agosto Marinela ya se había encargado de publicar la desaparición de su sobrina en Facebook. La primera publicación del 31 de agosto de 2018 fue replicada en un grupo de Facebook llamado: “Venezolanos en Bucaramanga”.

Después Marinela se unió a distintas comunidades de búsqueda. Pero en abril del 2022 creó su espacio: Desaparecidos en Colombia (Marilin te estamos esperando), que tiene un promedio de 67 publicaciones al mes y un total de 550 suscriptores.

“Allí nos aferramos a la búsqueda y nos unimos con otros familiares para apoyarnos” explica Marinela.

Un problema en aumento

La emergencia humanitaria venezolana ha obligado a más de 7,1 millones de personas a dejar su país y Colombia es el principal receptor con cerca de 2,5 millones.

El éxodo ha transformado principalmente los pasos en la frontera colombo venezolana con la proliferación de caminos ilegales. La “Fundación Progresar”, organización con más de 30 años de experiencia dedicados a la defensa de los derechos humanos, especialmente en Norte de Santander, afirma que existen 112 de estas rutas irregulares, solo entre el territorio de ese departamento colombiano y el tachirense.

Por allí, cerca de la casa de Marilyn, en las afueras de La Fría, hay en efecto varios pasos. “Pero ella no quiso irse por allí, es muy peligroso”, apunta Marisela. En cambio la joven tomó un autobús hasta Boca de Grita, población fronteriza de Puerto Santander, con presencia de al menos tres organizaciones al margen de la ley como el Ejército de Liberación Nacional (ELN), la organización paramilitar “Los Rastrojos” o “Los Pelusos”, grupo disidente del Ejército Popular de Liberación.

Estos grupos practican el secuestro, explotación sexual y la desaparición forzada, dice Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar, organización con más de 30 años de experiencia en Derechos Humanos con sede en Cúcuta, Norte de Santander. “Algunas personas son reclutadas por estas organizaciones criminales para hacer trabajos en los campos de coca como el raspado. Las mujeres son esclavizadas y obligadas a trabajar en burdeles”, explica Cañizares. En ese contexto desapareció Marilyn, en una zona minada por la presencia criminal.

Por la movilidad constante, acentuada por el abrupto cierre de la frontera en 2015, las desapariciones han crecido. El Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la Organización de la Naciones Unidas (ONU), informó en 2020 que 43 venezolanos fueron víctimas de desaparición en Colombia entre 2016 y 2019. Otras estadísticas, sin embargo, apuntan que la escala del problema es mucho mayor. La Fundación Progresar, sostiene que 391 venezolanos han sufrido desaparición entre 2015 y 2021.

Pero los números son aún más altos según la Consultoría para Derechos Humanos y Desapariciones, Codhes, organización colombiana de la sociedad civil creada en 1997, en su informe titulado: “Graves violaciones de los Derechos Humanos a población proveniente de Venezuela en Colombia”, indican que 836 migrantes y refugiados venezolanos desaparecieron en Colombia entre 2015 y 2020.

Por su parte el proyecto “Missing Migrants”, de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), señala que desde el año 2014 han desaparecido 51,062 personas en todo el mundo, de estas, 6,862 corresponden a las Américas. Un total de 462 desapariciones han registrado en la ruta de Sur América en países como Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia o Chile.  

 

La motivación

Marisela define a Marilyn como una chica extrovertida. Ella siempre tenía un chiste en la boca, se mantenía alegre, pero también tenía un carácter fuerte. “No se le quedaba callada a nadie”, cuenta su mamá.

Una vez en la escuela, cuando cursaba el sexto grado, caminando por los pasillos de la escuela, un niño que era su amigo, levantó su falda. Ante la acción ella reaccionó dándole una trompada. No escatimaba para defenderse de agravios. 

A pesar de sus altercados con algunos compañeros le iba bien en el aula, pero tuvo que dejar los estudios en el segundo año de bachillerato. Las oportunidades de progresar en La Fría son limitadas. Allí se puede cuidar ganado, trabajar en las haciendas, en el comercio o en el matadero. “De resto lo que toca es irse”, asegura Marisela.

Jean Carlos Alvarez, de 42 años, padre de Marilyn, no se fue. Apostó por quedarse en familia. Todos los días transporta grandes cargas de sangre de res que luego es vendida por el matadero Los Andes, en La Fría, para su utilización en diferentes productos. 

“Ella siempre vio que su papá se esforzaba demasiado por ellos. Siempre ha sido muy pegada a él y por eso decidió ayudar”, recuerda Marisela, quien desde los 18 años, cuando se casó, se ha dedicado al trabajo del hogar. Hoy cuida de sus hijos más pequeños. 

El primer trabajo de Marilyn fue en una tienda de ropa. Luego conoció a Miguel, de 22 años y se enamoró. Él la llevó a trabajar en diferentes fincas de la zona donde se encargaba de atender el ganado y el arreo. Ella era responsable de la cocina, limpiaba la casa principal y hasta decoraba.

A principios de 2018 Marilyn quedó embarazada. Se mudó con Miguel y convivieron algunos meses pero el feto murió en el vientre. Esta situación deprimió a la joven que se alejó de su marido y regresó al trabajo.

Un día Marilyn le contó a Marisela que se iba para Colombia. “Me dijo que una amiga de la finca le había contado sobre un trabajo en Cúcuta y estaba decidida a irse”, recuerda Marisela. Trabajaría en casa de una familia como mucama. Marilyn dijo que sería una buena paga, que viajaría cada dos semanas para llevar dinero, comida y ropa para sus hermanos. Entonces se fue.

Las redes como herramienta

En las redes sociales, las hermanas González han conseguido cientos de casos similares al de Marilyn. Para este reportaje monitoreamos grupos de búsqueda en Facebook y en Whatsapp. Uno de ellos, “Venezolanos desaparecidos por el mundo” que tiene más de 90 mil suscriptores.

Allí Marinela busca cualquier nueva información sobre Marilyn. También publica periódicamente la foto de su sobrina. En la dinámica han recibido pistas varias veces, pero en su mayoría falsas. De hecho durante la redacción de este texto, Marisela expresó que sentía mucha emoción porque un hombre que se hace llamar Jesús de Nazareth, les había asegurado que esa muchacha desaparecida es una vecina cercana en el pueblo de Ciénaga de Oro, Córdoba, Colombia. 

“Si en estos días me la encuentro le tomo una foto ¿OK? Estoy casi seguro que es ella, no se desespere pronto mi padre celestial me la pondrá en frente y les envío las fotos. Yo digo que es ella en la blusa esa verde que está en la foto es la cara que yo vi”, escribió el hombre por un mensaje en Whatsapp. Hasta el cierre de este artículo no han vuelto a saber nada. 

Voceros de supuestos grupos armados mexicanos se han comunicado con la familia asegurando que tienen a Marilyn, pero antes de enviar una prueba de vida, no sin antes pedir una suma considerable en dólares, desaparecen. 

Es una situación repetitiva y que tiene alerta a las familias. El siguiente mensaje fue publicado en el grupo de Whatsapp “Esperanza de Madre”, que tiene 39 participantes.

“Me llamó un hombre y me dijo que tenía a mi hijo (…) pero que me (lo) entregaban (…) sí les buscaba una cantidad de dinero (…) empecé a buscar el dinero que me pidieron y esa gente me torturaba a cada rato llamaba y decía que me lo iban a mandar picado sí no les daba lo que ellos me pedían”, escribió Cenaida Basto, madre de Anthony Colmenares, desaparecido en San Antonio del Táchira en julio de 2019.  

Cenaida sostiene que acudió a esta comunidad para hallar información sobre su hijo pero ha vivido la angustia muy cerca por las estafas. “Empezamos a orar y a atar a ese hombre a los pies del señor Jesucristo y yo le deposité sólo una parte. Le dije me pones al teléfono a mi hijo y te deposito lo otro y el hombre dejó de llamar. Al día siguiente me llamó llorando (me preguntó) con qué brujo había ido, que yo lo había atormentado toda la noche y pidiéndome perdón”, cuenta Cenaida. Finalmente el sujeto devolvió el dinero.

El siguiente audio se viralizó en redes y fue compartido en el grupo Desaparecidos en la frontera entre Colombia y Venezuela, que tiene 94 miembros en Whatsapp.

“Aquí una familiar cayó en las extorsiones por publicar el número de teléfono y más encima brindar información privada de ellos y de su familia. No caigan en esos juegos. Si ven que los comienzan a extorsionar automáticamente cuelguen”, recomendó una de las administradoras del espacio.

En este audio se encuentra otro testimonio:

Mientras reclaman la falta de apoyo por las autoridades de ambos países, las familias siguen expuestas a estos engaños, con poca posibilidad de protección. Pero a pesar de esto no se cansan, no se quedan quietos y siguen la búsqueda.

“Esto nos ha enseñado que no podemos creer en nadie, ni en la gente extraña ni en los policías, en nadie”, comenta Marisela. Pero ella sí confía en los demás familiares. Cree en la red que han formado y que un día tendrán la fuerza suficiente para causar impacto que reaccionen los que deben trabajar.

Una voz líder

Entre esas voces que claman por más acciones está Lisbeth Zurita. La desaparición de su hijo Enisael Contreras, de 25 años de edad, la motivó a hacer su propia búsqueda. El joven fue visto por última vez en Puerto Santander, en julio de 2019. Enisael es uno de los cuatro hijos de Lisbeth, quien actualmente reside en la ciudad de San Félix, en el estado Bolívar, sur oriente de Venezuela.

Lisbeth decidió hacer su propia investigación, “al ver una respuesta tan débil de la policía, ni aquí ni allá se mueven”. Batallando contra la mala conexión de internet de su antiguo apartamento, en septiembre de 2021, hizo click y creó el grupo de Facebook  “Esperanza de Madre (desaparecidos)”, hermano del grupo de Whatsapp mencionado anteriormente.

Esta comunidad crece a un ritmo vertiginoso. Sumó 581 miembros en una semana, mientras se escribía este trabajo.  “Ya hoy tenemos más de 53 mil suscriptores”, comenta Lisbeth. En este espacio durante el último mes se compartieron más de 6.300 publicaciones y solo el día que se escriben estas líneas, 170 llegaron al sitio.

Entre las publicaciones destacadas se encuentra la de Enisael seguida de algunas novedades de casos como este: “Actualización 12 de Octubre del 2022. Lamentablemente informamos que José Alfredo fue encontrado sin vida en Ecuador. El grupo de ESPERANZA de MADRE (desaparecidos) le damos nuestras más sinceras condolencias a la familia Marguez Descansa en paz Alfredo”. 

 

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Así funcionan los grupos. Aparecen informaciones que suceden en la pantalla una tras otra: denuncias de casos nuevos, recordatorios de hechos antiguos, recolección de dinero para la búsqueda o repatriación de cuerpos, hallazgos y demás. Todo esto acompañado de fotografías y cientos de comentarios de los usuarios, algunos positivos llenos de aliento, otros de reclamo e indignación.

“Búsquenlo en hospitales y manden su foto, fue atropellado y se lo llevó la ambulancia a algún centro médico, muchas veces los hospitales los dejan ir sin importarles que por los golpes recibidos no se acuerdan de nada ni siquiera de su nombre…”, publicó una usuaria en el post sobre un joven desaparecido en Lima, Perú. 



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Lisbeth actualiza día a día la comunidad, brinda información oportuna y se comunica con familiares que están igual que ella: en la búsqueda. “Al principio solo éramos dos o tres que nos hablábamos por Whatsapp, pero ahora somos unos cuántos más”, comenta Lisbeth. Por esa cercanía se animó a crear el Grupo de Whatsapp. Esto les permite una comunicación más directa y fluida.

El flujo en la aplicación de mensajería es más constante y más cercano. En un día se pueden compartir entre 300 y 500 mensajes. Acá los parientes interactúan con saludos de buenos días, palabras de aliento, noticias relacionadas a las desapariciones en Colombia, reportes de pistas, hallazgos, consejos e información útil. 

“Yo soy la mamá de Jhaylander, mi hijo desapareció en Cúcuta (…) yo puse una denuncia por el Sijin, fui a querer preguntar días después de que mi hijo desapareció y me dijeron que yo no podía estar yendo allá cada nada a averiguar que ellos, cualquier cosa, se comunican con uno. Entonces, ¿cómo sabe uno si realmente están haciendo algo o no están haciendo algo, si no le permiten a uno acercarse y hablar? ¿Qué hace uno en esos casos?” se preguntó Rosa Reyes, madre de un joven desaparecido en 2022.

Las palabras de Rosa fueron apoyadas en por todo el grupo. “Pero el caso no es que lo sepan sino que actúen y den respuestas nuestros hijos todavía están desaparecidos y nadie dice nada ese es el problema”, respondió Cenaida Basto.

En el limbo

La ausencia de políticas binacionales para atender el problema deja estos sucesos así, con una denuncia en ambos países pero con pocos o cero avances.

Para el año 2020 cuatro equipos de la ONU –el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias; la Relatora Especial sobre Ejecuciones Extrajudiciales, Sumarias o Arbitrarias; el Relator Especial sobre los Derechos Humanos de los Migrantes; y el Relator Especial sobre la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes– evidenciaron que en los 43 registros de venezolanos desaparecidos en Colombia existe “la falta de investigaciones efectivas y cooperación binacional para atender los casos de desapariciones transfronterizas (…)”. 

En una comunicación enviada en 2020 a los gobiernos de Colombia y Venezuela, los grupos del organismo señalaron su preocupación por la alta incidencia de la desaparición, sobre todo en la zona fronteriza. En dicha carta se resaltó que el viaje por senderos peligrosos entre una jurisdicción y otra, complica los esfuerzos en la búsqueda, en consecuencia, las averiguaciones realizadas provienen en su mayoría de los familiares. Asimismo los casos denunciados no son tratados de la manera adecuada y son obstaculizados por diferentes motivos.

“Cuando los familiares formulan una denuncia ante instituciones formales para avanzar en la búsqueda e investigación de los hechos, la respuesta que reciben  muchas veces no es efectiva, de manera que estos se ven forzados a adelantar la  búsqueda e investigación de los hechos por su cuenta”, destaca el texto.

La desaparición forzada deriva del arresto, la detención, el secuestro o cualquier forma de privación de libertad aplicada por agentes estatales o por personas o grupos que actúen con autorización, apoyo o aquiescencia del Estado. A ello le sigue la negación de los hechos y el ocultamiento de la ubicación de la víctima, lo que le sustrae de la protección de la ley. Así lo establece la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas. 

Expertos en temas migratorios como Ligia Bolívar, directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas, afirman que se ha hablado muy poco sobre las desapariciones forzadas de venezolanos en Colombia. “Esto no quiere decir que no esté ocurriendo el delito evidentemente, sino que no se ha dicho casi nada”, Ligia Bolívar, quien es directora del Centro de Derechos Humanos de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas y en los últimos años se ha dedicado a estudiar la migración venezolana desde la ciudad de Bogotá, Colombia.

Según Bolívar, la desaparición forzada en contextos migratorios, a pesar de que no es un tema nuevo, en la legislación internacional todavía no está clasificada o tipificada. Aunque ya la ONU y otros organismos le han puesto el ojo en años recientes.

La International Review del Comité Internacional de la Cruz Roja, en un informe titulado: “Protección de los migrantes contra la desaparición forzada: una perspectiva basada en los derechos humanos”, concluye que la desaparición forzada en contextos migratorios efectivamente no está clasificada en normas o reglamentos globales lo que permite que este delito pueda ser interpretado por las autoridades de diferentes formas, tal vez dejándoles a un lado por no considerarlos relevantes o parte de un conflicto que va en escalada.

Sobre el tema, uno de los primeros acercamientos lo hizo el Grupo de Trabajo sobre las Desapariciones Forzadas o Involuntarias de la ONU en un informe de 2017 en el que evidenció la preocupación por el aumento de este delito y la necesidad de crear políticas más claras en relación a la protección de los migrantes en sus recorridos.

 

No existen cifras y registros oficiales sobre el total de personas migrantes venezolanas desaparecidas, cuántos de estos cadáveres o personas han sido rescatadas. Las autoridades de Venezuela tampoco han avanzado en las investigaciones para esclarecer estos hechos y encontrar a los desaparecidos.

Centro de DDHH Universidad Católica Andrés Bello Tweet

En 2022, el Comité sobre Desapariciones Forzadas abrió una convocatoria para revisar la nota conceptual sobre desapariciones forzadas en el contexto de la migración, que dio pie a la apertura de una serie de consultas en relación con el tema. Bolívar dice que este proceso apunta a “estandarizar términos y medidas, todo esto ante el crecimiento de las desapariciones en distintos lugares del planeta”.

El Centro de DDHH de la UCAB hizo una contribución  al respecto en la que señaló lo siguiente: “Es necesario que las políticas migratorias garanticen la protección internacional, la cual incluye permitir el ingreso al territorio por pasos seguros que no los exponga a ser víctimas de estos hechos, ya que es deber de los estados brindar protección y evitar la revictimización de toda persona a la que le han sido violentados sus derechos humanos”. También expone que los Estados deben garantizar la migración segura y ejerzan control en los pasos informales.

El Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, firmado entre otros por Colombia y Venezuela, en su octavo objetivo compromete a los Estados a “salvar vidas y emprender iniciativas internacionales coordinadas sobre migrantes desaparecidos”. Pese a ello, las inquietudes por progresar más se mantienen.

Según Carlos Lusverti, abogado e investigador del Centro de DDHH de la UCAB, los vacíos contribuyen a que exista un sesgo al momento de atender cada una de las denuncias, lo que puede llevar a desestimarlas por no considerarlas importantes.

“En consecuencia los funcionarios podrían archivar las denuncias ya que se presta a la interpretación de que no hay una violación de los Derechos Humanos”, señala Lusverti. Incluso, advierten las fuentes, pueden declinar la necesidad de hacer investigaciones de oficio ante hechos públicos. 

En Colombia se han dado algunos pasos al menos en la cuantificación, ya que la fiscalía de ese país ha contabilizado 191 casos desde el 2015. Mientras en Venezuela hay muy poca información sobre las investigaciones. 

Para este trabajo se contactó al Ministerio Público de Venezuela y también a la Fiscalía General de la Nación en Colombia pero no se obtuvo respuesta alguna, al menos hasta la publicación de este reportaje. 

Por eso las familias insisten en la investigación particular con sus propios recursos, mientras esperan algún indicio.

El encuentro

Afortunadamente, algunas buenas noticias han llegado a través de las redes sociales. 

“Mamis nunca pierdan la fe, ya hoy el señor dio el regalo de recibir la llamada de mi hermanito. Ya me llamó, ya apareció. Dios es bueno y fiel”, comentó una usuaria al recibir noticias de su hermano. 

“Gracias le doy a Dios porque ya si no me equivoco han aparecido varios jóvenes y jovencitas. Gloria a Dios que sigan añadiendo más noticias positivas de bendición”, comenta otra suscriptora sobre la noticia.

Así han sucedido varios hallazgos. El pasado 14 de octubre Ana Milena Parrada Padilla, fue localizada en Cúcuta luego de cinco meses de su desaparición. La noticia fue publicada en los distintos grupos de búsqueda causando alegría. 

De alguna manera pertenecer, estar en esta comunidad les trae esperanzas.  “Aferrarse a esa idea te mantiene viva”, dice Tahis Rojas mientras almuerza. Un día desesperada por no contar con noticias de su hijo, decidió inundar las redes con su foto. La red le respondió.



Gracias a Dios que apareció está joven esas noticias me alegran y me motivan a seguir manteniendo la esperanza en Dios.

Usuaria del grupo Esperanza de madre Tweet

Samuel Malpica llegó a Colombia caminando. Recorrió varias ciudades del país junto a un primo, vendiendo artesanías. La vida de la calle le enseñó sobre las drogas a este joven de 26 años. Por eso no le importaba pasar horas y horas con los amigos, pero eso sí: no dejaba de trabajar. 

Un día con mucha violencia le quitaron lo que había ganado con sus pulseras. Lo dejaron inconsciente, casi muerto en una calle de Medellín. Tahis, su mamá, no supo de él por dos meses, hasta que una prima lo consiguió en un hospital donde estaba registrado como NN (No nombre). 

Tahis viajó desde Tinaquillo, estado Cojedes, hasta la capital antioqueña. Lo cuidó por dos meses hasta su recuperación física. Faltaba la mental, por la afectación de las drogas, Samuel fue internado bajo un proceso de rehabilitación. Entonces Tahis regresó a casa.

El chico dejó de comunicarse y se volvió a perder. Comenzó una nueva búsqueda: Fotos y fotos, reseñas y reseñas. La obstinada madre se suscribió a distintos grupos en Facebook para dar con su hijo mayor. El algoritmo la ayudó, Dios la ayudó. Las personas la ayudaron.

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“Puse tantas fotos en grupos, que ya no recuerdo cuáles son. Un día recibo un mensaje privado por Facebook y me muestran una foto de mi hijo. Sí, era él”. Tahis pudo identificarlo. Al confirmar que era Samuel no dudó en viajar, esta vez a Bogotá. El joven artesano luego de abandonar el sitio de rehabilitación, caminó hasta la capital de Colombia. Allí estaba en situación de calle. Entre el frío, el consumo y las aceras del centro le tomaron fotos. Una, dos, varias y las llevaron a las redes.

Tahis juntó dinero para costear el pasaje. Llegó dos días después a una plaza cerca de la Avenida Jiménez, en el centro de la ciudad. Allí en el suelo esperaba Samuel por ayuda. Se dieron un largo abrazo. La solitaria búsqueda tuvo otro triunfo.

Producción realizada en el marco de la Sala de Formación y Redacción Puentes de Comunicación III, de Escuela Cocuyo y El Faro. Proyecto apoyado por DW Akademie y el Ministerio Federal de Relaciones Exteriores de Alemania.

Fotos: Rafael Sulbarán.
Audiogramas: Dayanne Osorio.
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